Pescador: Un Pescador Errante
Hablar de Pescador es hablar de una pequeña joya de nuestro cine. Sebastián Cordero se luce dirigiendo un filme donde nos vemos reflejados todos de alguna manera. Todos, hombres y mujeres, somos como Blanquito, el protagonista (Andrés Crespo), quien teniendo una oportunidad de esas que no se dan todos los días (a su pueblo llega un cargamento de droga el cual es reclamado por narcos que para evitarse problemas no dudan en pagar a cada poblador una cierta cantidad) la toma para responder una pregunta que le ha intrigado toda la vida: ¿me aceptará mi padre si me ve?. Blanquito sale de su pueblo desencantado porque la mujer en la que había puesto sus ojos escoge a otro. Sale en búsqueda de su identidad, quiere conocer al hombre que es su padre y que nunca lo reconoció pero de quien se sabe hijo gracias a su madre que nunca le ha ocultado la verdad. Le acompaña una bella mujer (María C. Sánchez), que reside en una villa aparte del pueblo y a quien su amante tiene abandonada. Cada quien buscará lo suyo y el punto no es quien logra lo que quiere sino la búsqueda en sí misma que sin estar llena de sobresaltos o de giros inesperados nos atrapa con su trama y nos lleva a un final quizás algo anticlimático pero al mismo tiempo con la virtud de ser el más lógico y el más acertado. Esta búsqueda nos lleva por ese Ecuador que conocemos, por sus ciudades más emblemáticas y nos muestra nuestro propio rostro ante el cual nos acabamos preguntando si en verdad somos tan complejos e interesantes. Y la respuesta está en nosotros mismos.
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