Barcelona S.C. : ¡Por fin!
Ha sido una larga espera, una muy larga, pero por fin. Ver a Barcelona campeón es saber que hoy muchas personas son felices, personas que hace mucho no habían sido tan felices. Hoy es cuando todos aquellos que tenían dos o tres años la última vez que Barcelona obtuvo el título podrán ver a su equipo campeón y sabrán lo que se siente. Es extraordinario sin embargo ver cómo todo se ha dado. Así cómo Barcelona luchó duro para llegar a este sitio también Emelec intentó lo propio jugando con convicción y ganando varios partidos en seguidilla anclado a la posibilidad de que las cosas se le dieran. Hoy contra el Dep. Quito pensé que iba a ser igual y que quizás tocaría esperar hasta el próximo domingo, ya en diciembre, para que esto se dilucide y no fue así. Dos goles, uno tempranero y otro casi al final, sentenciaron a Emelec. Y as Barcelona es campeóní, sin patear la pelota una sola vez, en Quito, una fecha antes de que termine el campeonato y con Emelec enfrentando a un equipo que no era el suyo pero que sí tenía como director técnico a un hombre que fue Barcelonista lo mismo como jugador que como técnico.
Ver a Barcelona ganar alegra mi corazón por muchas razones (las mismas que todos los otros barcelonistas) pero en particular es por los recuerdos que trae a mi memoria, aquellos asociados con mi padre quién fue, el sí, un fanático acérrimo de Barcelona. Recuerdo haberlo visto de pequeño celebrar los goles de su equipo favorito con tanta vehemencia que el piso se movía. Sabía mucho de fútbol, sin duda diez veces más de lo que sabré yo nunca en toda mi vida. Y recuerdo también cómo, acaso por haber sido árbitro e inspector de fútbol, parecía saber leer lo que iban a hacer los jugadores y acertaba más veces que no al predecir si uno iba a fallar o no al cobrar un penal. "Ese se lo come, vas a ver" me dijo una vez cuando veíamos un partido de la Libertadores cuando Pestañita Morales aún tapaba y efectivamente Morales tapó ese penal.
Mi padre era una persona seria, de semblante un tanto hosco, pero cuando sonreía, entonces todo era más simple pues parecía que las nubes se separaban dejando ver a un luminoso sol. Y cuando Barcelona ganaba sonreía con más frecuencia.
Hoy mi padre sonreiría otra vez, después de mucho tiempo su equipo ha retomado la posición que se merece. Muchas veces saldría el Sol por entre las nubes.
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